domingo, 11 de octubre de 2009

Ellos...

Trabajamos en lugares que odiamos para comprar cosas que no necesitamos decía algún gringo enloquecido. En esa forma de vida generalizada, la vida en general, el hacer de los hombres, su propia vida, lejos de servir en primer lugar a los hombres mismos, sirve para una entidad abstracta que escapa a su control, eso es lo normal, lo “natural”.

“Dentro del desarrollo 'normal', el individuo vive su represión 'libremente' como su propia vida: desea lo que supone debe desear; sus gratificaciones son provechosas para él y para los demás; es razonable y hasta a menudo exuberantemente feliz.”[1]

Al menos los griegos eran más honestos, decían que un dios era quien les había ordenado ir a la guerra o enamorarse. Ahora nuestro libre albedrío nos lleva a salir corriendo a comprar la nueva marca de papas fritas que vimos en un anuncio comercial.

Ellos quieren que sigas creyendo en líderes, en estrellas de pop, en actores de cine, en las pirámides de Amway, en el fascismo dividido, en las comodidades mediocres, en los romances de plástico, en los intercambios navideños, en la apatía perpetúa, en la juventud en éxtasis, en las amistades de telenovela, en que siempre ganan los buenos, en la comida rápida, en los espectaculares de periférico, en el mañana, en los prestamos bancarios… ellos

[1] Nietzsche, Friedrich Wilhem, Más allá del bien y el mal, Ed Eros, pp. 61-62

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