En los recuerdos de una vida pasada, aquella de la fábrica (léase trabajar como staff en un Cine), aparece uno de la mayor importancia para seguir con el tema del silencio.
Siempre que no había nada que decir entre dos (o más personas) inevitablemente aparecían tres preguntas básicas; ¿A qué hora sales? ¿Ya te fuiste a break? o ¿Cuándo descansas? Las respuestas siempre eran igual de vacías; a las 10, hace rato, aún no, o el martes. La verdad es que a nadie le importaba, podrías responder azul, noviembre o metanfetaminas y la plática seguiría con la mayor normalidad.
Lo importante era mostrar amabilidad, buen humor y camarería. Lo único reprochable era el silencio. El que no hubiera nada que decir, no significa que por definición entre estas personas no existiera amistad, respeto o incluso aprecio. En silencio podrían demostrarlo mejor, pero no.
Resulta que en ocasiones en la vida de las personas simplemente no existe nada que se tengan que decir, a veces nunca lo hubo, otras tantas como una fogata, las palabras se extinguen y el silencio llega. No hay nada malo en esto, sólo pasa y escapa a cualquier juicio moral o falta de educación. ¿Qué tiene? No hay nada que tengan que decirse, ya se han dicho todo, lo necesario. No hay nada de malo en esto.
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Me hiciste pensar en muchas cosas con esta entrada. Pero no tengo nada que decirte. Ignora este comentario.
ResponderEliminarjajaja ijole me ganó lo que te iba a poner el comentario pasado. Solo puedo agregar que yo también lo he vivido jaja.
ResponderEliminarSaluditos! :)