TUXTAROCK2

El hecho de que la bien llamada maldición Anthony quede como algo meramente anecdótico, algo incluso chusco y sin importancia habla de lo bueno del viaje. Perder hora y media de ida, perdidos en el norte de la ciudad ahora resulta… no, la verdad eso si me sigue dando coraje, maldito hanzel. El lugar era hermoso, durante el camino los paisajes podrían ser de alguna escena de la película Rudo y Cursi. El sureste es como nuestro Macondo hay pueblitos que también podrían haber inspirado a García Márquez, “…el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre…”

Dave Havock (vocalista de A.F.I, banda de punk californiana) tiene razón, irónicamente aquellos 20 minutos en que sacas toda tu ira y frustración son los más felices del día. Todo fue muy bueno, lo más raro es que la pasamos sobrios. El cansancio de 7 horas y media en la carretera, durmiendo no más de 1 hora repartida en lapsos de 10 minutos pude ser demoledor. Comer sólo Quesabritas y Coca no ayuda a pensar, duele la cabeza y disminuye la coordinación, el cabello se comienza a caer y las pupilas se dilatan.

Aun así, la amabilidad de las personas, una alberca, sol, más Quesabritas y bandas de rock en vivo reaniman el espíritu. Ahora sólo hace falta dormir un poco y un baño para continuar la fiesta en la noche, en el show estelar con los indie´s locales que te ofrecen su casa sin importar que llevan 15 minutos de conocerte. Aquí los celulares son accesorios que algunos usan, el Internet es algo curioso, las direcciones para ubicar lugares (nombre de la calle, número de la casa, etc.) innecesarias, las regaderas con dos llaves no existen.

Sólo el cansancio impide quedarte más tiempo, hay que regresar, aun faltan 7 horas de camino más 5 horas extras que la maldición Anthony nos tiene preparadas para la madrugada a mitad de la carretera, pinche hanzel¡¡